Cristóbal Colón: La narrativa del encuentro

#LoIndígena #MovimientoYMigración #LaOtredad

Ginett Pineda

Arribo de Colón (John Vanderlyn, 1847)
Arribo de Colón (John Vanderlyn, 1847)

Introducción:

El 3 de agosto de 1492, con tres naves y 90 tripulantes, Cristóbal Colón partió del puerto de Palos (Huelva) en busca de una nueva ruta marítima para llegar a Catay (China) y Cipango (Japón). No sospechaba el Almirante que al final de su viaje encontraría otro continente. En efecto, Cristóbal Colón no descubrió América: Cristóbal Colón encontró América en su intento de llegar al Oriente. Esta precisión es importante debido a la conciencia que se tiene actualmente sobre el llamado Nuevo Mundo y sus habitantes. Durante casi cinco siglos la visión europea del encuentro de dos mundos dominó la narrativa histórica; sin embargo, en la actualidad reconocemos la riqueza y la complejidad de las culturas prehispánicas.

El encuentro entre el Viejo y el Nuevo mundo ocurre durante una época de transición en Europa de la Edad Media al Renacimiento. Los escritos de Cristóbal Colón son el puente entre las ideas medievales y renacentistas. Por un lado, las sirenas y amazonas que cree ver, el descubrimiento del paraíso terrenal y otros sucesos fantásticos, así como su papel catequizador reflejan las ideas y valores de la época medieval. Por otro lado, la creencia en las posibilidades ilimitadas del ser humano, el optimismo y el deseo de explorar nuevos territorios y de dar a conocer lo aprendido alientan su espíritu renacentista. Sus cartas y su diario de navegación fueron las primeras narrativas en describir el paisaje y el sujeto americano.

Cristóbal Colón murió en Valladolid, España, en 1506 y poco se sabe sobre su lugar de nacimiento, aunque la mayoría de los estudios indican que nació en Génova, Italia alrededor de 1451. Sin embargo, estudios lingüísticos señalan que su lengua materna no era el italiano, el cual usa con errores y dificultades. Lo mismo sucede con el español, el cual contiene faltas léxicas y morfológicas y además incluye innumerables portuguesismos. Estas imprecisiones que sus escritos aportan sobre su identidad se amplían debido a la pérdida de su diario de navegación. La copia de su Diario de a bordo a la que hoy tenemos acceso se conserva debido a que fray Bartolomé de las Casas, amigo de la familia de Colón, hizo un resumen de este documento.  De cualquier forma, estas páginas, aunque no sean las originales, contienen un valor incalculable porque da inicio a la narrativa hispanoamericana.

 

Mapa del primer viaje de Cristóbal Colón, 1492-1493. Topónimos modernos son en negro, los topónimos de Colón son en azul.
Mapa del primer viaje de Cristóbal Colón, 1492-1493. Topónimos modernos son en negro, los topónimos de Colón son en azul. Keith Pickering, basado en trabajo de http://www.gebco.net/

Una de las contribuciones más importantes de los escritos colombinos es que a partir de estos podemos deducir lo que el encuentro significó tanto para los europeos como para los americanos: un botín que tenía que ser alcanzado en nombre del catolicismo para los primeros, y la incomprensión y esclavitud para los segundos. Un análisis importante sobre este intercambio ha sido estudiado por Beatriz Pastor en su libro Discursos narrativos de la conquista, en el cual la autora señala que el 12 de octubre de 1492 comenzó “un proceso de desconocimiento, instrumentalización y destrucción de la realidad americana que se prolongaría durante una historia posterior de más de cuatro siglos” (3). En efecto, los documentos colombinos establecen las bases de la expansión española en el Nuevo Mundo: América es tierra de abundancia con pobladores a quienes se puede conquistar fácilmente. Esta polémica imagen de América y sus habitantes, así como el impulso promotor de propagar la fe católica, le dio a los recién llegados las herramientas para despojar “legítimamente” al sujeto americano de sus más valiosas pertenencias: sus tierras y su libertad. Cuando los conquistadores llegaban a suelo americano, efectuaban una ceremonia donde se les informaba a los habitantes de esas tierras que sus Majestades, los Reyes Católicos (Fernando de Aragón e Isabel de Castilla), tomaban posesión de ellas. A esta ceremonia, profesada en latín, se le conoce como el requerimiento. Y, de acuerdo con este procedimiento, los conquistadores podían apoderarse, “legítimamente,” de las posesiones americanas.

Retrato de Cristóbal Colón (se supone)
Retrato de Cristóbal Colón (se supone)

Sin embargo, no todos los estudios sobre Colón, lo caracterizan como un codicioso mercader. Tzvetan Todorov arguye que el Almirante fue un hombre profundamente religioso. Todorov nos dice al respecto: “La victoria universal del cristianismo, éste es el móvil que anima a Colón” (20). Pastor, por otro lado, anota que la religiosidad de Colón consistía en creer que su viaje estaba favorecido por Dios, no en amar cristianamente a los habitantes americanos que por casualidad encontró en su camino. Interesado en que los Reyes Católicos vieran su hazaña como una buena inversión, exagera la riqueza y la belleza de las tierras, así como la bondad y el carácter pacíficos de sus habitantes. Estas cualidades que Colón otorga a los americanos como sujetos cristianizables son las mismas cualidades que los confirmaban como objetos mercantiles frente a la Corona española. Por eso, Colón describe a los indígenas como desconocedores del hierro y las armas de fuego, como seres a los cuales se puede conquistar y cristianizar fácilmente para la gloria de la Iglesia, de España y de los Reyes Católicos. En estos términos, la religiosidad del Almirante consistía en creer que él era el elegido de Dios para encontrar riquezas, no para propagar el cristianismo.

Otro aspecto que debe tomarse en cuenta al estudiar las narraciones colombinas son las descripciones de todas las tierras que el Almirante encuentra a lo largo de su navegación. El procedimiento descriptivo de Colón se basa en analogías. Así, sus narraciones del paisaje sufren una reducción al ser trasladadas a los parámetros españoles. Por ejemplo, en su carta a Luis de Santángel, escribano de los Reyes Católicos, el Almirante describe los árboles de la siguiente manera: “que los vi tan verdes y fermosos como son por mayo en España. Dellos están floridos, dellos con fruto y dellos en otro término, según es su cualidad, y cantaba el ruiseñor y otros pájaros de mil maneras en el mes de noviembre por allí por donde yo andaba”. Los árboles americanos en vez de ser descritos por sus particularidades propias son comparados con los de España en el mes de mayo, y las aves que vuelan sobre el navío son identificadas con los ruiseñores. Es posible que Cristóbal Colón careciese de modelos literarios previos para describir la realidad americana, por lo tanto, recurrió a estas reducciones y comparaciones de la flora y fauna autóctona. La verdad es que Colón nunca supo mirar realmente al Nuevo Mundo.

En conclusión, los temas que presentan los escritos de Colón sobre el encuentro, la representación de los habitantes del Nuevo Mundo, la descripción de la naturaleza americana, la búsqueda de oro enmascarada bajo la pretendida evangelización y los mitos y leyendas que cegaron a los europeos una percepción auténtica del continente americano fueron temas que alimentaron el imaginario de cientos de cronistas del Nuevo Mundo, todos con las ansias de aventuras y riquezas en aquel supuesto paraíso.

Colón ante la reina (Emanuel Leutz, 1843)
Colón ante la reina (Emanuel Leutz, 1843)

Actividades sobre la introducción:

Vocabulario en contexto: Después de leer la introducción, define, en español y con tus propias palabras, los siguientes términos:

  • Culturas prehispánicas:
  • Catequizador (catequizar):
  • Cristianizar:
  • Portuguesismos:
  • Narrativa hispanoamericana:
  • Escritos colombinos:
  • El requerimiento:
  • Analogía:
  • Cronistas:

Preguntas de comprensión:

  1. ¿Cuál es el problema con el término “descubrimiento”? ¿Y qué piensas sobre el término “Nuevo Mundo”? ¿Son términos adecuados?
  2. ¿Cuál era el objetivo del viaje de Colón?
  3. ¿Cuáles son algunos de los problemas que presentan los escritos colombinos para los académicos?
  4. ¿Cuál fue el papel de los mitos europeos durante el encuentro de españoles y americanos?
  5. ¿Qué justificación había para tomar legítimamente las tierras americanas?
  6. ¿Por qué se estudian los escritos de Colón dentro de la literatura hispanoamericana?

Texto primario: Diario de Cristóbal Colón, de su primer viaje a las Indias. Del 3 de agosto de 1492 al 15 de marzo de 1493.

Relación compendiada por Fray Bartolomé de las Casas

In Nomine Domini Nostri Jesu Christi

Porque, cristianísimos y muy altos y muy excelentes y muy poderosos Príncipes, Rey y Reina de las Españas y de las islas de la mar, Nuestros Señores, este presente año de 1492, después de Vuestras Altezas haber dado fin a la guerra de los moros que reinaban en Europa y haber acabado la guerra en la muy grande ciudad de Granada, adonde este presente año a dos días del mes de enero por fuerza de armas vide poner las banderas reales de Vuestras Altezas en las torres de la Alhambra, que es la fortaleza de la dicha ciudad y vi salir al rey moro a las puertas de la ciudad y besar las reales manos de Vuestras Altezas y del Príncipe mi Señor, y luego en aquel presente mes, por la información que yo había dado a Vuestras Altezas de las tierras de India y de un Príncipe llamado Gran Can (que quiere decir en nuestro romance Rey de los Reyes), como muchas veces él y sus antecesores habían enviado a Roma a pedir doctores en nuestra santa fe porque le enseñasen en ella, y que nunca el Santo Padre le había proveído y se perdían tantos pueblos creyendo en idolatrías o recibiendo en sí sectas de perdición,

Vuestras Altezas, como católicos cristianos y Príncipes amadores de la santa fe cristiana y acrecentadores de ella, y enemigos de la secta de Mahoma y de todas idolatrías y herejías, pensaron de enviarme a mí, Cristóbal Colón, a las dichas partidas de India para ver a los dichos príncipes, y los pueblos y tierras y la disposición de ellas y de todo, y la manera que se pudiera tener para la conversión de ellas a nuestra santa fe; y ordenaron que yo no fuese por tierra al Oriente, por donde se acostumbra de andar, salvo por el camino de Occidente, por donde hasta hoy no sabemos por cierta fe que haya pasado nadie.

Así que, después de haber echado fuera todos los judíos de vuestros reinos y señoríos en el mismo mes de enero mandaron Vuestras Altezas a mí que con armada suficiente me fuese a las dichas partidas de India; y para ello me hicieron grandes mercedes y me ennoblecieron que dende en adelante yo me llamase Don, y fuese Almirante Mayor de la Mar Océana y Virrey y Gobernador perpetuo de todas las islas y tierra firme que yo descubriese y ganase, y de aquí en adelante se descubriesen y ganasen en la Mar Océana, y así me sucediese mi hijo mayor, y así de grado en grado para siempre jamás. Y partí yo de la ciudad de Granada a doce días del mes de mayo del mismo año de 1492, en sábado.

Vine a la villa de Palos, que es puerto de mar, adonde armé yo tres navíos muy aptos para semejante hecho, y partí del dicho puerto muy abastecido de muy muchos mantenimientos y de mucha gente de la mar, a tres días del mes de agosto del dicho año, en un viernes, antes de la salida del sol con media hora, y llevé el camino de las islas de Canaria de Vuestras Altezas, que son en la dicha Mar Océana, para de allí tomar mi derrota y navegar tanto que yo llegase a las Indias, y dar la embajada de Vuestras Altezas a aquellos Príncipes y cumplir lo que así me habían mandado; y para esto pensé de escribir todo este viaje muy puntualmente de día en día todo lo que hiciese y viese y pasase, como adelante se verá.

También, Señores Príncipes, allende de escribir cada noche lo que el día pasare, y el día lo que la noche navegare, tengo propósito de hacer carta nueva de navegar, en la cual situaré toda la mar y tierras del Mar Océano en sus propios lugares, debajo su viento, y más, componer un libro, y poner todo por el semejante por pintura, por latitud del equinoccial y longitud del Occidente; y sobre todo cumple mucho que yo olvide el sueño y tiente mucho el navegar, porque así cumple, las cuales serán gran trabajo.

Martes, 9 de octubre. Navegó al Sudoeste. Anduvo cinco leguas; mudóse el viento y corrió al Oeste cuarta al Noroeste, y anduvo cuatro leguas. Después con todas once leguas de día y a la noche veinte leguas y media. Contó a la gente diecisiete leguas. Toda la noche oyeron pasar pájaros.

Jueves, 11 de octubre. Navegó al Oessudoeste. Tuvieron mucha mar y más que en todo el viaje habían tenido. Vieron pardelas y un junco verde junto a la nao. Vieron los de la carabela Pinta una caña y un palo y tomaron otro palillo labrado a lo que parecía con hierro, y un pedazo de caña y otra hierba que nace en tierra, y una tablilla. Los de la carabela Niña también vieron otras señales de tierra y un palillo cargado de escaramojos. Con estas señales respiraron y alegráronse todos. Anduvieron en este día, hasta puesto el sol, veintisiete leguas.

Después del sol puesto, navegó a su primer camino, al Oeste; andarían doce millas cada hora y hasta dos horas después de media noche andarían noventa millas, que son veintidós leguas y media. Y porque la carabela Pinta era más velera e iba delante del Almirante, halló tierra e hizo las señas que el Almirante había mandado. Esta tierra vio primero un marinero que se decía Rodrigo de Triana; puesto que el Almirante, a las diez de la noche, estando en el castillo de popa, vio lumbre, aunque fue cosa tan cerrada que no quiso afirmar que fuese tierra; pero llamó a Pedro Gutiérrez, repostero de estrados del Rey, y díjole que parecía lumbre, que mirase él, y así lo hizo y viola; díjole también a Rodrigo Sánchez de Segovia, que el Rey y la Reina enviaban en el armada por veedor, el cual no vio nada porque no estaba en lugar do la pudiese ver. Después de que el Almirante lo dijo, se vio una vez o dos, y era como una candelilla de cera que se alzaba y levantaba, lo cual a pocos pareciera ser indicio de tierra. Pero el Almirante tuvo por cierto estar junto a la tierra.

Por lo cual, cuando dijeron la Salve, que la acostumbraban decir y cantar a su manera todos los marineros y se hallan todos, rogó y amonestólos el Almirante que hiciesen buena guarda al castillo de proa, y mirasen bien por la tierra, y que al que le dijese primero que veía tierra le daría luego un jubón de seda, sin las otras mercedes que los Reyes habían prometido, que eran diez mil maravedís de juro a quien primero la viese.

A las dos horas después de media noche pareció la tierra de la cual estarían dos leguas Amañaron todas las velas, y quedaron con el treo, que es la vela grande sin bonetas, y pusiéronse a la corda, temporizando hasta el día viernes, que llegaron a una islita de los Lucayos, que se llamaba en lengua de indios Guanahaní. Luego vinieron gente desnuda, y el Almirante salió a tierra en la barca armada, y Martín Alonso Pinzón y Vicente Yáñez, su hermano, que era capitán de la Niña. Sacó el Almirante la bandera real y los capitanes con dos banderas de la Cruz Verde, que llevaba el Almirante en todos los navíos por seña, con una F y una Y: encima de cada letra su corona, una de un cabo de la cruz y otra de otro. Puestos en tierra vieron árboles muy verdes y aguas muchas y frutas de diversas maneras. El Almirante llamó a los dos capitanes y a los demás que saltaron en tierra, y a Rodrigo de Escobedo, escribano de toda el armada, y a Rodrigo Sánchez de Segovia, y dijo que le diesen por fe y testimonio cómo él por ante todos tomaba, como de hecho tomó, posesión de la dicha isla por el Rey y por la Reina sus señores, haciendo las protestaciones que se requerían, como más largo se contiene en los testimonios que allí se hicieron por escrito.

Luego se ajuntó allí mucha gente de la isla. Esto que se sigue son palabras formales del Almirante, en su libro de su primera navegación y descubrimiento de estas Indias. «Yo -dice él-, porque nos tuviesen mucha amistad, porque conocí que era gente que mejor se libraría y convertiría a nuestra Santa Fe con amor que no por fuerza, les di a algunos de ellos unos bonetes colorados y unas cuentas de vidrio que se ponían al pescuezo, y otras cosas muchas de poco valor, con que hubieron mucho placer y quedaron tanto nuestros que era maravilla. Los cuales después venían a las barcas de los navíos adonde nos estábamos, nadando, y nos traían papagayos e hilo de algodón en ovillos y azagayas y otras cosas muchas, y nos las trocaban por otras cosas que nos les dábamos, como cuentecillas de vidrio y cascabeles. En fin, todo tomaban y daban de aquello que tenían de buena voluntad. Mas me pareció que era gente muy pobre de todo. Ellos andan todos desnudos como su madre los parió, y también las mujeres, aunque no vi más de una harto moza. Y todos los que yo vi eran todos mancebos, que ninguno vi de edad de más de treinta años: muy bien hechos, de muy hermosos cuerpos y muy buenas caras: los cabellos gruesos casi como sedas de cola de caballo, y cortos: los cabellos traen por encima de las cejas, salvo unos pocos detrás que traen largos, que jamás cortan. De ellos se pintan de prieto, y ellos son de la color de los canarios ni negros ni blancos, y de ellos se pintan de blanco, y de ellos de colorado, y de ellos de lo que hallan, y de ellos se pintan las caras, y de ellos todo el cuerpo, y de ellos solos los ojos, y de ellos sólo el nariz. Ellos no traen armas ni las conocen, porque les mostré espadas y las tomaban por el filo y se cortaban con ignorancia. No tienen algún hierro: sus azagayas son unas varas sin hierro, y algunas de ellas tienen al cabo un diente de pez, y otras de otras cosas. Ellos todos a una mano Son de buena estatura de grandeza y buenos gestos, bien hechos. Yo vi algunos que tenían señales de heridas en sus cuerpos, y les hice señas qué era aquello, y ellos me mostraron cómo allí venían gente de otras islas que estaban cerca y les querían tomar y se defendían. Y yo creí y creo que aquí vienen de tierra firme a tomarlos por cautivos. Ellos deben ser buenos servidores y de buen ingenio, que veo que muy presto dicen todo lo que les decía, y creo que ligeramente se harían cristianos; que me pareció que ninguna secta tenían. Yo, placiendo a Nuestro Señor, llevaré de aquí al tiempo de mi partida seis a Vuestras Altezas para que aprendan a hablar. Ninguna bestia de ninguna manera vi, salvo papagayos, en esta isla.» Todas son palabras del Almirante.

Sábado, 13 de octubre. “Luego que amaneció vinieron a la playa muchos de estos hombres, todos mancebos, como dicho tengo, y todos de buena estatura, gente muy hermosa: los cabellos no crespos, salvo corredios y gruesos, como sedas de caballo, y todos de la frente y cabeza muy ancha más que otra generación que hasta aquí haya visto, y los ojos muy hermosos y no pequeños, y ellos ninguno prieto, salvo de la color de los canarios, ni se debe esperar otra cosa, pues está Este Oeste con la isla de Hierro, en Canaria, bajo una línea. Las piernas muy derechas, todos a una mano, y no barriga, salvo muy bien hecha. Ellos vinieron a la nao con almadías, que son hechas del pie de un árbol, como un barco luengo, y todo de un pedazo, y labrado muy a maravilla, según la tierra, y grandes, en que en algunas venían cuarenta o cuarenta y cinco hombres, y otras más pequeñas, hasta haber de ellas en que venía un solo hombre. Remaban con una pala como de hornero, y anda a maravilla; y si se le trastorna, luego se echan todos a nadar y la enderezan y vacían con calabazas que traen ellos.

Traían ovillos de algodón hilado y papagayos y azagayas y otras cositas que sería tedio de escribir, y todo daban por cualquier cosa que se los diese. Y yo estaba atento y trabajaba de saber si había oro, y vi que algunos de ellos traían un pedazuelo colgado en un agujero que tienen a la nariz, y por señas pude entender que yendo al Sur o volviendo la isla por el Sur, que estaba allí un rey que tenía grandes vasos de ello, y tenía muy mucho. Trabajé que fuesen allá, y después vi que no entendían en la ida. Determiné de aguardar hasta mañana en la tarde y después partir para el Sudeste, que según muchos de ellos me enseñaron decían que había tierra al Sur y al Sudoeste y al Noroeste, y que éstas del Noroeste les venían a combatir muchas veces, y así ir al Sudoeste a buscar el oro y piedras preciosas. Esta isla es bien grande y muy llana y de árboles muy verdes y muchas aguas y una laguna en medio muy grande, sin ninguna montaña, y toda ella verde, que es placer de mirarla; y esta gente harto mansa, y por la gana de haber de nuestras cosas, y temiendo que no se les ha de dar sin que den algo y no lo tienen, toman lo que pueden y se echan luego a nadar; que hasta los pedazos de las escudillas y de las tazas de vidrio rotas rescataban hasta que vi dar dieciséis ovillos de algodón por tres ceotís de Portugal, que es una blanca de Castilla, y en ellos habría más de una arroba de algodón hilado. Esto defendiera y no dejara tomar a nadie, salvo que yo lo mandara tomar todo para Vuestras Altezas si hubiera en cantidad. Aquí nace en esta isla, mas por el poco tiempo no pude dar así del todo fe. Y también aquí nace el oro que traen colgado a la nariz; más, por no perder tiempo quiero ir a ver si puedo topar a la isla de Cipango. Ahora, como fue noche, todos se fueron a tierra con sus almadías.”

Martes, 25 de diciembre, día de Navidad. Mandó poner hombres armados en rededor de todo, que velasen toda la noche. “El, con todo el pueblo, lloraban; tanto -dice el Almirante-, son gente de amor y sin codicia y convenibles para toda cosa, que certifico a Vuestras Altezas que en el mundo creo que no hay mejor gente ni mejor tierra: ellos aman a sus prójimos como a sí mismos, y tienen un habla la más dulce del mundo y mansa, y siempre con risa. Ellos andan desnudos, hombres y mujeres, como sus madres los parieron. Mas, crean Vuestras Altezas que entre sí tienen costumbres muy buenas, y el rey muy maravilloso estado, de una cierta manera tan continente que es placer de verlo todo, y la memoria que tienen, y todo quieren ver, y preguntan qué es y para qué.” Todo esto dice el Almirante.

 

Preguntas de reflexión y análisis:

Contesten las siguientes preguntas usando ejemplos específicos en el texto:

1) ¿Cómo describe Colón al sujeto americano y al paisaje de Nuevo Mundo? ¿Qué influencias del Renacimiento encuentran en el texto?

2) ¿Cómo se describe Colón a sí mismo y cómo describe su actitud con los indígenas?

3) ¿Porque exagera Colón su descripción de la tierra y de los sujetos americanos?

4) ¿Cómo se hace evidente el interés económico de Colón?

]5) ¿Cuál es la importancia de la visión utópica de América en las cartas de Colón?

6) ¿Cuál es la relación entre la religión y la esclavitud para la Corona española?

 

Obras citadas:

Pastor, Beatriz. Discurso narrativo de la conquista de América. Ediciones del Norte, 1988.

Todorov,Tzvetan. La conquista de América: el problema del otro. Siglo XXI, 1987.

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