Antoni Campañà: fotógrafo de la complejidad de la Guerra Civil Española
Drake Regier
La fotografía de Antoni Campañà recalca la compleja situación catalana durante la Guerra Civil en España. Sus fotos, desconocidas durante setenta años, revelan tres lados distintos de este conflicto en Cataluña: la guerra ideológica, la guerra física y la lucha por la supervivencia del pueblo catalán. A pesar de la caída de Barcelona y junto con las esperanzas y los derechos de su gente, los catalanes mantenían su identidad única, una de fuerza y resiliencia.
Antoni Campañà i Bandranas nació en 1906 en Arbúcies, una aldea pequeña en el sudoeste de Cataluña. Desde el primer día en que cogió una cámara, tenía enorme potencial en el mundo de la fotografía. Ganó varios concursos y fue un líder en la segunda generación gráfica, en la que se añadían color a las fotos de negro y blanco. Y cuando estalló la guerra civil, Campañà encontró su sujeto más grandioso: Cataluña asediada en una guerra ideológica, física y existencial.
La guerra ideológica
Campañà vivió entre la espada y la pared en su vida profesional y personal. Su propia identidad como republicano y católico se manifestaba en sus obras y sus publicaciones, vendiendo sus fotos a los periódicos comunistas y a las revistas católicas irlandesas. Su carrera profesional encarnaba varios polos del pensamiento sociopolítico durante y después de la breve Segunda República de España y las tensiones acompañantes.
Cataluña, por su parte, fue el núcleo del liberalismo durante la Segunda República, una corriente de pensamiento que solía echarle la culpa a la Iglesia española por muchos de los problemas de España. Por eso, la política de la Segunda República intentó limitar el poder de la Iglesia, apoderándose de su tierra y recursos, y minimizando su poder social lo más posible. En las calles, especialmente en Barcelona, se podía ver directamente el impacto de esta política. En Cataluña, región tan católica como el resto de España, hubo una campaña en la que los cuerpos sepultados de monjas fueron sacados de las profundidades y exhibidos en las calles de Barcelona en protesta contra el poder de la Iglesia. Pero España era y siempre había sido un país católico, y las políticas de la Segunda República servían para avivar las llamas de los nacionalistas y sus miedos de una pérdida de la Iglesia y de España a los comunistas, socialistas y anarquistas sin fe.
La historia suele ver todo conflicto, incluso éste, en términos simples, de blanco y negro, ganador y perdedor, nacionalista y republicano. Campañà por su parte existía en un espacio gris entre ambos extremos; apoyaba la Segunda República pero también se consideraba católico hasta el punto de que siempre llevaba símbolo católico donde fuera. Existir entre los polos dominantes de pensamiento español de su época le da perspectiva única que sale en su fotografía.
La guerra física
La guerra ideológica se convirtió en una física cuando Francisco Franco comenzó el golpe de estado desde Marruecos el 18 de julio de 1936. Espacios urbanos, como Barcelona, no solían apoyar a los nacionalistas. Por eso, Franco necesitaba acudir a la fuerza para ganar control de la capital catalana. Aunque no estaba en el frente de la guerra, aviones italianos, aliados de los nacionalistas, bombardearon la ciudad. Campañà capturó el efecto de estos bombardeos de la ciudad de modo único, logrando el equilibro entre dos consecuencias a primera vista contradictorias de los bombardeos: la destrucción y la esperanza. Los bombardeos fueron devastadores, además de la violencia, la destrucción y el sufrimiento, Campañà logra representar a un pueblo con esperanzas de resistir, de reconstruir, que ve hacia el futuro. Esta esperanza le serviría bien durante la lucha para la supervivencia que vendrá después de la Guerra Civil.
La guerra de supervivencia
La supervivencia siempre ha formado parte del ADN de los catalanes. El Día Nacional de Cataluña, el 11 de septiembre, conmemora el día en que cayó Barcelona después de largo asedio y resistencia valiente durante la Guerra de la Sucesión en 1714. Como resultado de aquel conflicto, España fue unificada bajo la casa borbónica. Cataluña, que había apoyado a los Habsburgo, sufrió la pérdida completa de su autonomía. El hecho de que este momento histórico representa hoy una de las celebraciones más importantes de la región nos cuenta mucho de la centralidad de la resistencia y la supervivencia para la identidad catalana.
Dependían de este lado de su identidad regional durante y después de la Guerra Civil del siglo XX. En esa época, el entramado social barcelonés se derrumbó. No había suficiente comida, agua ni medicina para el pueblo. Campañà no dejó que este lado de la guerra pasara desapercibido, pero tampoco estuvo contento con representar tan sólo la miseria. La niña de “Comedor para pobres” simboliza la resiliencia catalana. Sucia, con el brazo vendado, come de pie, herida pero nunca vencida. Y así era su pueblo después de la caída de la Segunda República. Los catalanes estaban acostumbrados a proteger su identidad y su cultura, a resistir la asimilación forzada. Desde la época medieval, después de la Guerra de la Sucesión, durante el franquismo y todavía hoy en día este pueblo sigue siendo fuertemente autónomo e independentista. A pesar de todas las prohibiciones culturales y lingüísticas bajo el franquismo, el catalan todavía se habla hoy en día y la identidad catalana parece ser más fuerte que nunca.
Las fotos de Campañà
Esta colección de fotos no podría haber sido publicada si la familia de Campañà no hubiera encontrado la “caja roja” del fotógrafo escondida antes de derribar su casa en 2018. Por su parte, Antoni Campañà nunca compartió la existencia de estas fotos con nadie. Antes de ser descubiertas, las imágenes que representan vivían solamente en cuentos familiares, e incluso habían sido víctimas del olvido. Gracias al pacto del olvido durante los años de transición después de la muerte de Franco en 1975, el legado de la Guerra Civil Española ha sido una de cuentos de los miles de víctimas que yacen olvidados en la tierra y en el tiempo. Con la aprobación de la Ley de la Memoria Histórica en 2007, el país empieza a enfrentarse con ese pasado, intentando completarla lo más posible. Visibles ahora en el Museu Nacional D’Art de Catalunya, las fotos de Antoni Campañà y su caja roja reflejan historias imprescindibles de la Guerra Civil en su contexto catalán y las experiencias de una gente que sobrevivió ante los desafíos constantes contra su identidad sin rendirse.
Textos primarios:
Además de las fotos incluidas arriba, considera y analiza las siguientes. También recomendamos que veas la exposición en línea del fotógrafo del Museu Nacional d’Art de Catalunya.
Preguntas de análisis:
- Escoge la foto arriba que más se destaca para ti. ¿Por qué te llama tanto la atención? Piensa tanto en qué representa como en cómo lo representa. Es decir, ¿cómo son importantes tanto el sujeto de la foto como su composición, las técnicas fotográficas empleadas por Campañà?
- Cuando estalló la Guerra Civil Española, las cámaras rápidas y portátiles todavía eran una tecnología bastante nueva. Entonces, este conflicto es uno de los primeros de los que tenemos récord fotográfico tan completo. Pensando primero en Campañà y luego más generalmente, ¿cuál es la importancia de este tipo de fotografía? ¿Cuál es su papel en la historia, la política, etc.?
- Una de las razones posibles por qué Campañà no compartió sus fotos de Barcelona durante la época estudiada en este módulo es que no quería que Franco los utilizara para fines propagandísticos. ¿Te parece una razón válida? ¿Cuál es la relación entre propaganda y guerra? Para responder, sería buena idea buscar unos ejemplos de carteles y otros materiales propagandísticos de ambos nacionalistas y republicanos.
- Investiga un(os) fotógrafo(s) más conocidos de la Guerra Civil Española, como Gerda Taro, Roberto Capa o Augusto Centelles. ¿Cuáles son las semejanzas y diferencias entre sus obras, sus carreras, sus vidas? ¿Qué aporta Campañà que no vemos en las fotos de los otros, y viceversa?